El equivalente literario de las cacas fosilizadas de un cavernícola con
síndrome de Peter Pan, para lectores con el sentido del gusto atrofiado
y la sensibilidad de una estalactita

8.6.06

«Romance del "cunnilingus" no retribuido», por Jean Mallart


WARNING: Esto no es alta literatura. Lo escribí en veinte minutos entre clase y clase de Análisis Documental, durante mi estancia en la Universidad de Murcia, y no presté atención a la métrica. Además, es muy guarro. Recomiendo a los finolis que se abstengan de leerlo.

A petición de la casta Pino y de Carmen (Afrodita o Galamera en la red), para jolgorio del respetable, presento a tan excelente concurrencia el siguiente...

Romance del cunnilingus no retribuido,
por Jean Mallart (aunque le gustaría poder negarlo),
Murcia, 1993.


¡Oh el dolor que sufren los cojones
de tanto beber en pilones
y no tener nunca la suerte
de chingar hasta la muerte!

¡Oh no dar cobijo
a mi pobre pijo!

No me aportan las mujeres
suficientes placeres.
Y el placer que les di no mengua
que parezca una Evax mi lengua.

Lo asumo; lo reconozco:
no me como ni un rosco.
Tengo la diestra callosa
de tanto darle a la cosa.

Pero aún no desespero
de mi deseo primero,
que es poder meter
entre piernas de mujer
mi potente, largo, viril
y mayestático misil.

Claro que...

Está bien beber en pilón
si luego hay contraprestación.
Es de justicia que ella
beba luego a morro de botella.

Mas para muchas beber a morro
constituye un gran engorro...

Ellas no entienden de contraprestaciones
y les da igual que luego te duelan los cojones;
después de correrse,
suelen desentenderse.

—¡Oye! —reclama el chaval
que nota que algo anda mal—
¡Que ahora me toca
metértela en la boca!

—De eso nada
—replica la malvada—.
No me comiste bien la raja;
¡confórmate con una paja!

Escenas como la siguiente
son ya moneda corriente:

Tras tragarse quintales
de jugos vaginales,
hacerla chillar de placer
con su oficio de grand gourmet,
provocarle un buen mareo
con incansable chupeteo,
darse un banquete de langostino
y calmar su furor uterino,
el incauto piensa que es hora
de que haga ella de locutora.

Despegando el careto de su entrepierna
le dice con voz muy tierna:

—¡Cómeme el rabo, cerda!
—¿Que te la chupe? ¡Y una mierda!
¡Si quieres que enciendan tu vela
que te la chupe tu abuela!

Y ahí se queda plantado
el joven lingüista estafado,
con la polla enhiesta
y con ganas de fiesta ,
reclamando las atenciones
de unos labios juguetones.

Moraleja:

Para evitar decepciones
y posibles violaciones,
asegúrate tu ración
antes de amorrarte al pilón,
o te dejarán colgado y lleno de deseo,
sin más opción que darte un meneo.


© Jean Mallart 1993

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